Así pasan los trabajadores de un lugar a otro. Uno de los cientos de problemas que deja el agua. |
De acuerdo a datos aportados por nuestro colega Homero al programa "Pisando Fuerte" que se emite por FM Peregrina la alternativa que representaban los caminos vecinales para salir al camino del Meridiano dejó de existir ayer por la tarde. Esto es así porque las alcantarillas ubicadas en el camino que separa ambas provincias tampoco resistieron. La única solución es un rodeo que insume unos 190 kilómetros a quienes deben viajar hacia Mendoza desde la provincia de Buenos Aires, ya que deben desviar en General Villegas hacia la Ruta Nacional 33, hasta la 70 a la altura de América y de allí a la Ruta Provincial Nº 1 por González Moreno, para retomar la 188 con destino al oeste y a la inversa para quienes viajen en sentido contrario.
Ayer por la mañana se constituyeron en el lugar técnicos de la Dirección de Hidráulica y el ministro de Obras Públicas, Jorge Varela, se comunicó telefónicamente con el intendente Néstor Tribolo, mientras que en horas de la tarde recorrió la zona el director de Asuntos Municipales, Fabián Bruna
La preocupación de los funcionarios gubernamentales es evidente, pero su esfera de influencia circunscripta a la jurisdicción provincial los limita a urgir, no siempre con el mayor éxito, la adopción de soluciones por parte de privados o áreas del gobierno nacional. Todo parece demasiado lejos y allá, en sus confortables escritorios, estos problemas parecen demasiados pequeños.
Por otro lado, grandes extensiones de vías se encuentran bajo agua y cientos de hectáreas ubicadas en el extremo norte de la provincia totalmente anegadas. El panorama no es muy alentador. La represa El Chañar, ubicada en el límite entre Córdoba y San Luis, que sirve como medida de contención del caudal del Río Quinto, se encuentra actualmente unos 28 centímetros por encima de su cota máxima, dato que maneja Recursos Hídricos de la Pampa, que realizó las consultas pertinentes al gobierno de Córdoba ante la posibilidad de nuevos desbordes del río y la lógica preocupación que genera este tema.
Asimismo, los responsables de la empresa concesionaria parecen confiar en que las aguas bajarán en pocos días y el problema se solucionará por sí sólo. Nada más alejado de la realidad. Los lugareños, baqueanos en esto de chapalear barro y convivir con inundaciones, tienen fresca la memoria de las experiencias pasadas. Saben que, para ellos, situados aguas abajo del Río Quinto, el problema recién empieza. El final es imprevisible.
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