martes, 7 de abril de 2015

GABRIELA MISTRAL: SE CUMPLEN 126 AÑOS DE SU NACIMIENTO. El Jardín de Infantes de Banderaló lleva su nombre

Se cumplen 126 años del nacimiento de la única escritora iberoamericana galardonada con el Nóbel de Literatura hasta la fecha.

Hace 126 años nacía en Vicuña, Provincia de Elqui, Región de Coquimbo (Chile), Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga, mujer que pasaría a la historia de las letras bajo el seudónimo de Gabriela Mistral, única latinoamericana premiada con el Premio Nobel de Literatura, galardón con el que fue distinguida en 1945, el mismo año en el que el mundo ponía el punto final a seis años de la barbarie que supuso la II Segunda Guerra Mundial.

Gabriela Mistral tomó su nombre artístico de sus dos grande pasiones: la naturaleza y la poesía. Ella misma contó que nació de la admiración que sentía por el autor de Mireya, Federico Mistral. También por el viento, el mistral, que azotaba los campos y barría las nubes al sur de Francia, tal y como recoge Francisco Fernández del Riego en un artículo publicado en las páginas de La Voz.

Gabriela Mistral fue la hija de un profesor, que a pesar de haber abandonado el hogar cuando ella solo tenía tres años, Mistral lo defendió, e incluso confesó que unos versos que encontró en un «papelito» firmados por él despertaron su «pasión poética».
En 1904 Gabriela Mistral empezó a trabajar como profesora en la Escuela de la Compañía Baja en La Serena y a publicar artículos, en calidad de colaboradora, en los diario locales El Coquimbo y La Voz de Elqui. Cuatro años más tarde se dedicó a la enseñanza en La Cantera, y después, en Los Cerrillos.

En 1914 logró su primer premio con Sonetos de la Muerte, que conquistó al jurado de los Juegos Florales, fecha desde la que empezó a utilizar el seudónimo de Gabriela Mistral. Tres años más tarde Gabriela Mistral ya aparece dentro de Selva Chilena, la antología poética de Chile más importante hasta la fecha, aunque bajo el nombre de Lucila Godoy. Parece que la última vez que empleó el mismo. Desde entonces, no paró de conseguir galardones en el mundo de las letras.

La condición humilde de su familia le privó de haber estudiado magisterio, pero mediante una convalidación de sus conocimientos logró el título oficial de Profesora de Estado, y por tanto, la capacidad para dar clases en nivel de secundaria. Trasladada a Santiago, y oposición mediante, logró el puesto de directora del Liceo Nº 6 de la capital del país, aunque parece que no fue bien recibida por su «falta de estudios».
En 1923 fue contratada por el Gobierno de México para formar parte de un equipo que sentó las bases para una reforma universitaria en el país, modelo que medio siglo más tarde permanece vigente. Viajó por Europa y Estados Unidos interesándose por los distintos sistemas educativos. A su regreso a Chile, Gabriela Mistral tuvo que salir del país apresuradamente debido a la tensa e inestable situación política que se vivía. A partir de 1933 fue cónsul de su país en distintas ciudades, tanto europeas como de América Latina. También en Nueva York, en donde mantuvo una estrecha relación con la escritora estadounidense Doris Dana.

Gabriela Mistral falleció en 1957 a los 67 años. En su testamento ordenó que todo el dinero recaudado por las ventas de sus obras en América Latina debía destinarse a los niños más desfavorecidos de Montegrande, y la recaudación de las ventas en el resto del Mundo, en beneficio de los niños pobres del resto del país.

Desde junio de 1981 la imagen de Gabriela Mistral aparece en los billetes de 5.000 pesos chilenos. Este martes Google le dedica el doodle a la escritora chilena más celebrada de la historia. Y hasta el momento, la única que ha logrado el Nóbel de Literatura en lengua castellana.  

Dame la mano y danzaremos...
«Dame la mano y danzaremos,

dame la mano y me amarás.

Como una sola flor seremos,

como una flor, y nada más. . .

El mismo verso cantaremos,

al mismo paso bailarás.

Como una espiga ondularemos,

como una espiga, y nada más.

Te llamas Rosa y yo Esperanza,

pero tu nombre olvidarás,

porque seremos una danza

en la colina y nada más...»

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