Salud (8/5/20, Infobae, Por Francisco Reyes) - Después de 50 días en sus casas, las personas podrían experimentar miedo a salir de sus hogares, cuando el encierro se transforma en la normalidad y provoca ansiedad.
Nadie se imaginó que el aislamiento social, preventivo y obligatorio duraría más que unas pocas semanas, a lo sumo un mes. Sin embargo, los argentinos transitan cumplen hoy los 50 días en sus casas desde el jueves 19 de marzo último, en el que muchos fueron por última vez a sus trabajos, estuvieron en la calle caminando, trotando, haciendo actividad física o reuniéndose con sus amigos, familiares o conocidos, más que simplemente para salir al supermercado o la farmacia.
Con el correr del tiempo, el confinamiento y aislamiento se fue transformando en la rutina y en la realidad de la gran mayoría de grandes y chicos, mientras que la calle un lugar amenazante, hostil, de riesgo ante la posible exposición al temido virus SARS-CoV-2, responsable de la enfermedad COVID-19, que según datos de la universidad de Johns Hopkins contabiliza 3,8 millones de infectados, 267 mil muertos y 1,2 millones de recuperados en todo el mundo.
Es así como para muchas personas estar entre cuatro paredes se siente bien, transmite una sensación de seguridad y tras tantos días, se acostumbraron a adaptar sus vidas a este nuevo contexto global.
Este miedo, se puede traducir en un curioso síndrome. En diálogo con Infobae, el doctor Pedro Horvat, médico psiquiatra y psicoanalista (M.N. 70.936) explicó: “El nombre del síndrome de la cabaña aparentemente provendría de experiencias de cazadores en los Estados Unidos que se refugiaban en cabañas del bosque frente a alguna tormenta o peligro determinado, animales salvajes por ejemplo, que luego, aún cuando aparentemente ya había cesado el peligro tenían miedo a salir”.
Cuando hablamos del síndrome de la cabaña, nos referimos a un estado anímico, mental y emocional que se ha estudiado en personas que, tras pasar un tiempo en reclusión forzosa, han tenido dificultades para volver a su situación previa al confinamiento.
“Esto aplicado al caso de la cuarentena y lo que nos pasa a nosotros es que es cierto que hay muchas personas que dicen que aún habilitado el permiso para salir les da miedo o les produce angustia. Esta angustia tiene dos orígenes diferentes: uno real, no tenemos la vacuna ni el remedio contra el COVID-19, por lo tanto vamos a salir a la calle y no sabemos si la persona que está cerca tiene el virus, si un objeto que estoy agarrando o mis propias manos han estado en contacto con el virus, es decir hay una parte de la angustia que tiene que ver con el peligro real”, precisó Horvat.
Para el profesional, “por más de que usemos barbijos, guardemos distanciamiento social, va a haber algo de paranoia y un poquito de hipocondría que todos vamos a compartir, el temor, la desconfianza, de no saber si nos hemos acercado demasiado, si nos llevamos las manos a la cara, etcétera, sumado al hecho de que es una enfermedad potencialmente muy grave, no son evidentes los síntomas de quien está contaminado y no tenemos cura, entonces todo esto transforma al COVID en un fantasma que sobrevuela permanentemente”.
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