Diócesis 9 de Julio (29/5/20, Prensa) - Al celebrar la misa crismal en la catedral, el obispo Torrado Mosconi, valoró cuanto se viene trabajando en distintos ámbitos diocesanos para responder a nueva situación creada por la pandemia y rogó a Dios para que pronto seamos liberados de la pandemia y podamos regresar a las celebraciones de los sacramentos con participación de fieles.
El jueves 27 de mayo, finalmente pudo celebrarse la Misa crismal en la catedral de la diócesis de Santo Domingo en Nueve de Julio, acción litúrgica que reúne anualmente a representantes de las comunidades parroquiales y a los sacerdotes, para la bendición de los santos óleos y la renovación de las promesas sacerdotales. Esta misa tiene lugar cada año en una fecha anterior cercana a la pascua. Se fue postergando ante la posibilidad de poder efectuarla con la participación de los fieles, pero debido a la prolongación de la cuarentena, finalmente se llevó a cabo el jueves anterior a la festividad de Pentecostés con la cual culmina el tiempo pascual. La celebración fue seguida por más de 5000 fieles gracias a los medios de comunicación y a las redes sociales que la retransmitieron. Fue concelebrada por el obispo emérito monseñor Martín de Elizalde osb junto con algunos sacerdotes en representación del presbiterio. Estuvieron presentes un reducido número de religiosas y laicos para las lecturas y el canto, representado también al conjunto del pueblo de Dios, en una de las celebraciones más significativas en la vida de una diócesis pero que este año no pudo llevarse a cabo de manera corriente.
En la homilía, el obispo diocesano hizo una valoración de cómo se respondió a la emergencia de la pandemia desde los distintos ámbitos de la diócesis y agradeció la pronta reacción, tanto del laicado en la acción social mancomunada como de los sacerdotes, para seguir atendiendo pastoralmente a los fieles: “Como creyentes -mirando particularmente la vida de nuestra querida diócesis- tengo la impresión de que hemos reaccionado y respondido con acierto, rapidez y generosidad” afirmó.
Asimismo pidió a Dios ser liberados de esta pandemia para poder celebrar el culto públicamente en las iglesias, como verdadera necesidad esencial espiritual tan necesaria para los fieles: “Sea esta celebración como una verdadera súplica y clamor a Dios para que nos libere de la pandemia y podamos volver a participar de manera ordinaria de la Eucaristía y los demás sacramentos, fuente de vida nueva para los creyentes, significados en los santos óleos… En fin, la celebración de hoy, es toda ella un acto de confianza para que, lo más pronto posible, podamos volver a participar con alegría de la liturgia sacramental” sostuvo.
Alentando la esperanza y convocando a la familia diocesana a la unidad en la misión, el obispo concluyó la homilía recordando el llamado del Papa Francisco a ser una Iglesia misionera “en salida” y una verdadera comunidad “hospital de campaña” que cuida, sana y recupera los espíritus de las personas heridos por esta situación de angustia y sufrimiento: “En esta hora de la historia, más que nunca, cobra nuevamente vigencia la llamada del Santo Padre a ser “Iglesia en salida” buscando nuevos modos de misión y “hospital de campaña” ya que hay tanto para curar en nuestra sociedad herida, desorientada y, a veces, “agrietada” dijo hacia el final de su alocución.
Es preciso recalcar que esta celebración de la Misa crismal, está prevista para llevarse a cabo la mañana del Jueves santo en la catedral de cada diócesis. En la mayoría de las comunidades diocesanas se lleva a cabo en días anteriores para facilitar la participación tanto de la feligresía como del clero que suelen tener que recorrer muchas distancias para poder llegar, como es nuestro caso. En esta acción litúrgica se pone claramente de manifiesto la comunión eclesial de todo el pueblo santo de Dios, reunido en torno al altar del obispo, con sus pastores, para escuchar la Palabra y celebrar los sagrados misterios eucarísticos. Ese pueblo consagrado por la gracia y los dones sacramentales, es enviado para anunciar y testimoniar la fe llevando a cabo su misión evangelizadora. Con la presencia de los laicos, los consagrados y los ministros ordenados se deja ver también la variedad y riqueza de los ministerios y carismas que van edificando el templo espiritual que es la Iglesia. Por todo ello, en este oficio marcadamente pascual por su conexión con el Jueves santo, se lleva a cabo la bendición del “óleo de los catecúmenos”, el aceite bendecido para el bautismo, y la consagración del santo “crisma”, aceite perfumado para las consagraciones de personas u objetos (utilizado en el bautismo, confirmación, ordenaciones o consagración de altares e iglesias). En esta celebración también, evocando la Última cena de Jesús con los Apóstoles, los presbíteros renuevan las promesas de la ordenación ante su obispo