En tiempo de crisis la jerarquía pasa a segundo plano |
El agua se apoderó del meridiano, la espesa nube de fino polvillo que provoca la arena al paso de los vehículos es sólo un lejano recuerdo que a alguien desprevenido o desconocedor de la geografía de la región, le resultaría imposible de imaginar.
Luís, Juan, Carlos y detrás de ellos cientos de quijotes anónimos que no le dan tregua al agua. |
Hoy en día el 80% de los caminos rurales se encuentran intransitables y una gran cantidad de productores viven aislados en campos totalmente inundados. Ante esta dramática situación familias completas han tenido que dejar sus viviendas.
Así, los hombres para ir al campo montan a caballo porque es peligroso utilizar tractores o recorren cientos de kilómetros utilizando los pocos caminos que el agua todavía respeta para llegar a destino y ver cómo crece la futura cosecha que no saben cómo van a sacar del campo.
Esta es la historia de Emiliano y Juan Pablo, el primero es el gerente de la Cooperativa de Electricidad de Banderaló y el segundo empleado de la misma prestadora de servicio. Todos en el pueblo los conocemos, por lo que esta historia está dedicada a quienes miran de lejos la peor crecida del río en los últimos años. Y también para nosotros, tan críticos como somos a veces de nuestra propia idiosincrasia.
Un amplio sector de establecimientos rurales, algunos de ellos a la vera de este improvisado río que desplaza su corriente por el meridiano, no tiene servicio eléctrico desde hace 48 horas. El recorrido en camioneta para ver dónde se halla el inconveniente esta vez no se podía hacer. Pero ya lo hemos dicho: el ingenio del hombre es muy amplio, de manera tal que la solución llegó después de buscar distintas alternativas, pidieron prestada una canoa, único medio para transportarse, llevar algunos elementos y comenzar el recorrido.
El reloj marcaba la hora 10 de una mañana que prometía una alta sensación térmica. Emiliano y Juan Pablo salieron desde la ruta 188 y comenzaron a remar hacia Villa Sauze. No había que descartar ningún poste ni tampoco dejar de observar los cables, en algunos de ellos podía estar el problema que se habían propuesto resolver para devolverles la luz a los socios que habitan en estos campos ahora rodeados de agua. Observaron un poste quebrado y quemado por un rayo recuerdo de las últimas tormentas, se encontraron con propietarios y peones rurales que no dan brazo a torcer y continúan los quehaceres diarios: hay que salvar lo que se pueda y cómo se pueda.
No hay escalera, ni grúa, sólo la fuerza y la voluntad. |
Decidieron regresar, el servicio a los socios se había cumplido eficazmente. Una vez más. Si el problema hubiera estado más adelante, ya habían preparado una logística, una camioneta los esperaría más allá del corte en el meridiano y los hubiera trasladado, no fue necesario, la falla estaba antes. Y se pudo solucionar.
Así, remando o recorriendo trayectos a pie donde el agua no era la suficientemente profunda para hacer flotar a la canoa, regresaron con la corriente en contra. Ahora el reloj marcaba las 17 horas, el día había agregado humedad y algunas nubes, transcurrieron siete horas que quedarán como una anécdota que tal vez nadie recuerde, pero la historia es sólo un ejemplo de otros muchos quijotes de nuestro pueblo que le dan batalla a la adversidad: algunos de ellos trabajando su futuro, otros, brindando un servicio sin más premio que la tarea cumplida.
El agua se apoderó del meridiano, la arena es sólo un nostálgico recuerdo. |