EDITORIAL, por Raúl Comba. Después de más de 90 años un gobierno no peronista pudo terminar su gobierno y entregar el mando en tiempo y forma. ¿Es para celebrar? No. Es para reflexionar. Para preguntarnos por qué tardamos tanto en dar este paso importante para la democracia en nuestro país.A poco de asumir Macri, una oposición sangrienta intentó por todos los medios derrotarlo. Pero el pueblo estuvo ahí para sostener, no sé si al hombre o a la institución democrática.
El gobierno de Macri tuvo que salir de un populismo pocas veces vivido. De una corrupción formidable. De un desastre económico. Le tocó luchar contra el pan y circo heredado.
Hizo de la obra pública un hito de su gobierno. Respetó la libertad de prensa, salimos de los juicios públicos liderados por Hebe y los escupitajos a los periodistas y vimos el crecimiento de la prensa opositora como C5N o Página 12 cuyo destrato hacia un gobierno ha sido incalificable.
Es cierto que los errores en la parte económica han sido desastrosos. Los números de un INDEC reflotado y de otros organismos son implacables. Por cierto no comparables con el gobierno kirchnerista porque no había números. Nos teníamos que conformar con el anuncio de Cristina que nos decía que teníamos menos pobres que Alemania.
Rescato la figura presidencial. Esta vez habrá traspaso de mando de un presidente saliente a uno electo por la voluntad popular. No se va a repetir el papelón de la vez anterior de un presidente saliente negándose a entregar la banda presidencial.
Macri Gato, al que le gritaron “vos sos la dictadura”, al que le provocaron intentos desestabilizantes, se va del gobierno por la puerta grande. Por suerte para la historia y para nosotros, esta vez el pueblo paró a tiempo el motor del helicóptero.
Buena vida para Mauricio. Buena suerte para Alberto.
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