miércoles, 6 de abril de 2022

“Te cuento que tomo agua de charco, pero fumo cigarros Rothmans made in London, qué me contás?”


 Banderaló, abril 7 - Este texto corresponde a la serie "Cartas desde las Islas", una edición de la correspondencia enviada por 15 soldados y oficiales durante la Guerra de Malvinas. Créditos Diario Clarín.

"Islas Malvinas,

24 de mayo de 1982

Querida familia:

Antes que nada quiero decirles que estoy bien y espero que también lo estén ustedes. Sepan disculparme por la demora en escribir, porque nosotros no sabíamos que se podían mandar cartas a pesar del bloqueo. Mandé telegramas y espero que los hayan recibido.

Les cuento que todos los días hay un grupo de soldados que tiene un descanso de 24 horas, come y duerme en el hospital del pueblo, se mira televisión y hasta nos lavamos y afeitamos.

Hoy me tocó venir a mí y estoy disfrutando de este descanso por segunda vez.

Voy a pedirles un favor, el más grande de todos, QUÉDENSE TRANQUILOS Y CONFIADOS, porque así también lo estoy yo.

Cuando vuelva, pienso que me van a notar cambiado en dos cosas fundamentalmente: la primera es que creo que soy un poco más católico ya que noté que cuando uno se encuentra impotente ante las ridiculeces de la humanidad no deja de pedir y de rogarle a alguien superior a todos nosotros para que nos dé fuerza y esperanza, aunque la razón sea justa.

Y ahora dejando de filosofar, les cuento el otro aspecto en que he cambiado: soy una bestia, morfo cualquier cosa, porotos, garbanzos, cebolla y todo lo que esté a mi alcance, y lo más raro es que cada vez me gustan más.

Graciela, te voy a aclarar eso de la turba y las raíces, eso no se come, sino que lo utilizamos para hacer fuego porque aquí no hay árboles ni leña en ningún lado. Otra cosa, espero que sigas abocada a tus tareas siendo una mujer trabajadora y responsable como me decís en la carta. Saludos a Mario y a la madre. Deciles a papi y a mami que se queden tranquilos que pronto se arreglará todo.

Les digo que todavía no recibí la encomienda que me dice Mary en la carta que me mandó el 3 de mayo, pero según mis cálculos tiene que llegar en estos días.

Mandale saludos a Mary, igual junto con esta va una carta para ella.

Cariños para toda la familia, para Marcelo y para todos.

Para la familia Aimetta: hermana, la más bella y hacendosa (según sus propias palabras), espero que te encuentres bien al igual que Miguel, doña Amalia y por supuesto Javier que me imagino lo grande que debe estar y la habilidad que tiene con el dibujo me la demostró en la carta que me mandaste.

Con respecto a lo que vos decís, es cierto que duermo 12 horas por día, pero qué querés que haga si oscurece a las 18 y amanece a las 8 de la mañana y por las noches hay casi siempre niebla y viento que no te dejan ver a un metro de dónde estás. Como podés imaginar, acá el clima es un desastre, a veces hay sol, a los dos minutos llueve, por ahí se despeja y se calma todo y siempre así. Las tormentas son de lluvia y viento, pero sin relámpagos ni truenos. El terreno es muy blando y brota agua por todos lados, se forman charcos de los cuales tomamos el agua, que es lo que nos sobra.

Te cuento que cuando vinimos al pueblo y me puse frente al espejo dije: ‘Soy feo pero atractivo’. Te podés imaginar un mes sin lavarme ni afeitarme me daba un aspecto de soldado impresionante.

Decile a Miguel que cuide los dos autos, que les cambie el aceite y espero que no tenga grandes problemas mecánicos.

Cambiando de tema te digo que la guerra como, vos te imaginás, no sirve para nada, lo único que te hace ver es que las pequeñas cosas de la vida, pero las más pequeñas son las que hacen hermosa la vida así que disfrútenla sin amargarse porque pronto lo haremos todos juntos, ah... Una de esas pequeñas cosas (espero que no sea tan pequeña) es la torta de chocolate que me debés para mi cumpleaños.

Te cuento que tomo agua de charco, pero fumo cigarros Rothmans (made in London), ¿qué me contás...?

Sabés, cada vez que miro el agua de un río que desemboca en el mar (los hay por todos lados) me dan ganas de tener una caña de pescar y estar con Miguel, Marcelo y Daniel disfrutando de un día de pesca.

Me imagino la preocupación de doña Amalia, decile que estoy bien y que no sufra porque a ella no le hace nada bien. Te aviso que no te escribo a tu casa porque no recuerdo el número (siempre me pasa lo mismo). Un beso grande para Javier, que cuando vuelva no lo voy a conocer de cambiado que va a estar.

Me despido con un beso y cariños para todos

Chau hasta pronto

Tony

24-5-82

18:00hs”


Antonio Reda cumplió sus 20 años en Malvinas. Para entonces, ya llevaba casi dos meses en las islas. Había llegado en abril con el Regimiento de Infantería 7 de la Plata, donde cumplía el servicio militar obligatorio. Su posición se ubicaba al norte del Monte Longdon, enfrentando el río Murrell en la Península de Freycinet.
Allí habían construido una carpa debajo de una gran piedra para protegerse del viento y de la artillería. Optaron por esta alternativa en lugar de un pozo cuando descubrieron al cavar que el agua se elevaba rápidamente, como menciona en la carta a su familia: “El terreno es muy blando y brota agua por todos lados, se forman charcos de los cuales tomamos el agua, que es lo que nos sobra.”
Antes de la guerra: Antonio y su compañero
Víctor Rodríguez (caído en Malvinas) durante
un ejercicio del servicio militar. Fotografía de 1981.

Durante el combate de Monte Longdon, recordado como uno de los más cruentos enfrentamientos de Malvinas, la compañía de Antonio quedó en la primera línea de combate. El 12 de junio, mientras las fuerzas se reagrupaban, Antonio le gritó a un compañero. Quería proponerle un intercambio: “leche en polvo por cigarrillos”. Los gritos marcaron la posición de ambos. Recibieron el disparo de un mortero británico, que hirió a Antonio en la pierna. Primero fue enviado a retaguardia con otro compañero herido y, luego de unas horas en el Hospital de Puerto Argentino, emprendió el regreso al continente. Era el 13 de junio.

De vuelta en casa. Antonio con sus 
padres en julio de 1982, un mes después 
de volver de Malvinas. En las islas bajó 20 kilos.


En esa misma expedición a las islas, Antonio pudo dejar una fotografía en la tumba de su viejo amigo y compañero del servicio militar, Víctor Rodríguez.

La compañía de una radio
Antonio viajó a las islas con una pequeña radio. Escuchaba estaciones uruguayas y radio Provincia. Incluso dejó un registro en su diario. El 21 de abril, a los ocho días de llegar a las islas escribió: “Estoy en mi carpa escuchando en Radio Nacional Las Malvinas a Sergio Denis”.



Objetos de la guerra
Antonio vive en La Plata. Durante las inundaciones de 2013, tomó la decisión de donar varios objetos que conservaba de la guerra por temor a perderlos en una nueva inundación.

También entregó sus antiparras al Museo Malvinas.

Antonio se casó con Mary, la novia a quien le enviaba cartas durante la guerra. En 2015, mientras trabajaba como portero en el Jardín de Infantes Nº 949 de Angel Etcheverry propuso bautizar el salón de usos múltiples con el nombre “Soldado Víctor Rodríguez”, en memoria de su amigo caído.

Desde la década de los 80 ha dado casi 800 charlas sobre la Guerra de Malvinas. En cada una de ellas sostiene el valor de la paz.



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