El 30 de octubre de 1983 fue un día de fiesta para los argentinos, que volvieron a las urnas después de siete años de dictadura militar.
¿Fue causalidad que tanto Alfonsín como Ballari tuvieran el mismo estilo? Campechanos, de hablar clarito, de ser abiertos, profundos, llegadores, carismáticos. A diferencia de Don Raúl, don Alberto no tenía tanto poder de oratoria, pero con su verborragia alcanzaba y sobraba para que uno se encariñara con él. Y lo respetara.
Cuando el 11 de diciembre de 1983 HugoTriaca le cedió su mandato como intendente electo por el radicalismo, comenzaba en el país un proceso democrático, me atrevo a decir, superador e inquebrantable y, en nuestro distrito, a escribirse el nombre de un hombre destinado a transformarse en el padre de la democracia villeguense: Alberto Miguel Ballari, Intendente Municipal desde el 10 de diciembre de 1983 hasta el 10 de diciembre de 1995 y ex Diputado Provincial entre 1995 y 1999.
No está en estas palabras juzgar su ciclo como intendente, como todos, hizo cosas buenas y dejó otras en el camino. Su estirpe humilde, sus convicciones profundas y verdaderas, ya son iconos no solo para los radicales sino también entre todos quienes lo conocen. No sé si él lo sabe, pero se ha convertido en un protagonista vital de la historia villeguense. Supo juntar a los radicales y llevarlos a la victoria después de una larga noche oscura donde el poder de los militares empujó a nuestro país a vivir en un terror absoluto.
En su último discurso como Intendente, leído el HCD en abril de 1995, decía Ballari: “La democracia se fundamenta en la libertad, por eso la sociedad necesita críticos, no criticadores, que pongan en tela de juicio todo lo que se hace.
La crítica ejercida con juicio, desarrolla la conciencia vigilante, la que permite tomar decisiones éticas y advertir que ni todo es bueno, ni todo es malo.
La pasión que envuelve a la política, en la discusión de las ideas, muchas veces ha frustrado buenas intenciones y no se ha alcanzado el nivel de efectividad que la comunidad requería.”
Luego terminaría su discurso despidiéndose tras 12 años como Intendente, con la siguiente frase que hoy tiene plena vigencia y debería convertirse en ejemplo para propios y extraños: “Formar parte de una Nación, significa vivir juntos para hacer algo entre todos. La democracia no tiene dueño, el país es propiedad de todos, comprenderlo definitivamente será lo mejor que pueda sucedernos a los argentinos.”
Que tenga un buen día Alberto. Gracias por tanto.