Antes fue también una pedrada, el año pasado el agua, este año sequía y otra vez piedra, se queja un productor mientras observa cómo sus 600 hectáreas de trigo quedaron arrasadas por las piedras.
Unos pocos minutos de piedra seca y no quedó nada, reflexiona otro mientras señala la gran cantidad de aves muertas y algunas liebres que no pudieron escapar al cataclismo.
Si uno pregunta te saben contabilizar los daños provocados en hectáreas de trigo, maíz, cebada detallándote nombres de los propietarios o de los establecimientos rurales que se cuentan por decenas. Es que todos los productores conforman una gran hermandad que está acostumbrada a soportar estos castigos de la naturaleza.
Las piedras que cayeron ayer en una amplia región del partido villeguense han provocado pérdidas millonarias, si bien no hay datos oficiales, se puede afirmar como tal solamente observando el arrasamiento de las siembras y, en algunos campos, sostienen que ni siquiera dejó pasto para la hacienda.
Otra vez la naturaleza castiga sin piedad y sin medir consecuencias. Es así, me dice alguien resignado ante la realidad, hay que agachar la cabeza y seguir para adelante…no queda otra.
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