Cuando el Río V desbordó y el agua amenazó con ingresar al pueblo de Banderaló, uno de los sectores complicados fue la sección quintas, terrenos donde años atrás trabajara el horno de ladrillos. El agua dejó al descubierto que el bajo donde se sacaba tierra para fabricar el adobe, se fue rellenando con elementos dañinos para la salud del ser humano. Recordemos que en ese lugar viven familias, una de las cuales debió ser evacuada. La masa hídrica desembocó en ese bajo y trajo a la superficie bidones que contuvieron elementos contaminantes, bolsas de polietileno, botellas de plástico, y otros cuantos elementos sumamente dañinos para convivir con ellos.
Por entonces hubo algún movimiento de solución que parece haber quedado en buenas intenciones. Hubo bombas extractoras de agua y muros de contención. Soluciones parciales, no de fondo.
Durante enero y febrero de este año las consecuencias del desborde del río fueron nefastas.
El sol salió, el agua bajó, pero algunas cosas quedaron igual. Las lluvias de estos días volvieron a reflejar el grave inconveniente que persiste en este lugar de Banderaló. Parece que la naturaleza tiene más memoria que nosotros y su única manera es alertándonos allí donde más nos duele. El agua, esta vez de lluvia, volvió a reflotar estos elementos contaminantes y vemos con preocupación que nada se hizo al respecto. Las imágenes son más que elocuentes.
A pesar de los reclamos que se han hecho la solución no llega. Es hora, entonces, de dejar las promesas de lado y revertir las buenas intenciones en buenas acciones. Todos estaremos agradecidos. Especialmente aquellas familias que esperan una rápida solución.
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