Esta foto fue tomada justo cuando comenzaba el invierno: el 21 de junio. Es el camino que une Santa Regina con Bunge.
Muestra la triste realidad de los deterioros que emergen después que el agua se va, aunque, como ya sabemos, en varios sitios del distrito villeguense todavía el agua no se fue, en otros tarda en bajar.
La problemática hídrica tiene un efecto previsible: cuando parece que la situación comienza a mejorar los diversos actores de la crisis terminan por desmotivarse, algo así como olvidándose de la situación.
Quedan aquellos que, como El Quijote, luchan contra molinos de vientos.
Si bien las autoridades municipales continúan trabajando, aparecen situaciones emergentes que contradicen la realidad. Llevará tiempo, pero el tiempo será menor si se sigue trabajando sin pausa para que lleguen las soluciones...
Es bueno recordar que los psicólogos dicen que el impacto emocional en las personas que sufrieron un desastre natural, como las inundaciones, llega después, cuando uno se da cuenta de que perdió todo. Estos especialistas lo atribuyen al shock que se sufre por haberse salvado y por la pérdida de cosas que llevó tanto tiempo conseguir.
Los trastornos más comunes son estrés postraumático, ansiedad, enojo y depresión. Aunque aclaran que todo depende de los recursos psíquicos de cada persona, insisten en la importancia de generar un espacio terapéutico para que la gente se pueda desahogar.
Detrás de esta imagen hay una historia que incluye estos factores. Una historia entre tantas, pero que merece ser tenida en cuenta.
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