Banderaló, abril 8 - Este texto corresponde a la serie "Cartas desde las Islas", una edición de la correspondencia enviada por 15 soldados y oficiales durante la Guerra de Malvinas. Enviado por Clarín.
“Islas Malvinas,
24 de abril de 1982
Querida Viejita:
Hoy como todos los días, pienso en vos y toda la familia. Tengo muchas ganas de charlar con vos para darte ánimo y decirte que te quedes tranquila. Sí, ya sé que es muy difícil lo que te pido, pero no te queda otra cosa que confiar plenamente en mí.
Cuando salimos de Puerto Belgrano, el Teniente nos dijo que teníamos que madurar de golpe y ser todos 'hombres'. Lo que te puedo decir es que yo ya siento eso, tengo al igual que mis compañeros responsabilidades que tenemos que cumplir y solo lo logramos por medio de nuestra madurez.
Viejita sé que para vos sigo siendo tu negrito, pero hoy soy un hombre y me sé cuidar muy bien. No pienses que tengo frío, que no tengo qué comer o que estoy enfermo porque nada de eso pasa. Nos cuidan y nos tratan muy bien, tenemos comida y el estado de ánimo es bueno. Yo estoy tranquilo, porque tengo fe y sé positivamente que este no es el momento para que me pase algo malo.
Durante estos días, me acordé de mi bendición patriarcal y recuerdo las bendiciones que él tiene para mí. Voy a trabajar en el templo y, lo que es más lindo, voy a tener una familia como la nuestra. Mami, vos tenés que ser fuerte, como lo fuiste siempre. No te dejes tirar abajo, yo estoy bien, estoy con ustedes, soy inmortal, tenemos un Dios y él nos ama. Mañana será domingo y como todos los domingos me los imagino con ustedes en la capilla.
Tengo que ser feliz por haber vivido todos estos años al lado de ustedes y, lo que es más, recuerdo cuando era chiquito y pasaba todos los días a tu lado. Sos una gran mamá, me diste todo. Sé que cuando esté nuevamente en casa, podré disfrutar de todas estas cosas. Cuidate mucho. Quiero que estés linda para cuando yo te diga que 'ya' podés ir a esperarme a la estación.
Pasamos muchos ratos malos y estamos dispuestos a sufrir mucho más, pero esto tiene su recompensa. ¡Ah! No te olvides de ponerte la meta de ir al templo. Bueno, ya no tengo más para contarte. Solo pedirte que, escuches lo que escuches, no te desesperes. Confiá en mí y esperame en casa que uno de estos días llego. Tengo tanto para contarte… Quiero que les des saludos a todas las personas que pregunten por mí. Si ves a Cristina, le das mi dirección, ella me escribe cartitas lindas.
Muchisisisisimo cariñitos para papi, el gran “Pichin” y la más linda de las “Floren”. Y para vos, un besote con mucho ruido. Chau viejita, hasta mañana.
El negrazón
P.D.: Saludos para Luisita, Mecha y Lili. ¡Ah! Y la paragüita de la madre también.
Ahora sí, ¡chau!”
El soldado José Cruz llegó a las Islas Malvinas con 21 años, el 11 de abril de 1982. Era parte de la sección “Perros de Guerra”. Cruz, fanático desde la adolescencia de los ovejeros alemanes, se había entrenado como adiestrador y había logrado ingresar al Batallón de Seguridad de la Base Naval en Puerto Belgrano, perteneciente a la Infantería de Marina, por su conocimiento sobre estos perros.
José empezó a adiestrar ovejeros alemanes a los 15 años. En la foto junto a la primera ovejera que compró y adiestró. |
Al poco tiempo de empezar el servicio militar obligatorio, José fue asignado con “Vogel”, el perro que lo acompañaría en la guerra. Los dos compartieron diez meses juntos antes de desembarcar en las islas.
Vogel (”pájaro” en alemán). Una fotografía posterior a la guerra lo muestra con la capa de abrigo que se les colocaba para enfrentar el frío de las islas. |
La agrupación de Perros de Guerra estaba compuesta por 18 ovejeros alemanes y sus guías, quienes pasaron dos meses y medio custodiando Puerto Argentino y acompañando a los nidos de ametralladoras en primera línea para evitar infiltraciones enemigas. También realizaban tareas de patrullaje, seguridad en las instalaciones de la Armada, control de población civil y de prisioneros y defensa de los puestos de comando.
Patrullando las islas junto a sus canes. José y Vogel en el extremo derecho. |
Cercanos al búnker de la agrupación, en un antiguo polígono kelper en Puerto Argentino. José, a la izquierda. A la derecha, su compañero el cabo segundo Alejandro Marín. |
José y sus hijas: Camila, Jimena, Jazmín y Rocío |
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